martes, 11 de junio de 2013

San Francisco



San Francisco fue la primera ciudad del viaje por California. En realidad esto es un poco mentira porque servidor tuvo que ir primero a Los Ángeles, hacer escala, volar a San Francisco y ya desde ahí volver en coche a LA. Este ir y venir no tiene ningún sentido hasta que se comparan los precios de hacerlo con o sin escala, y ahí de repente esta vuelta absurda empieza a parecer una idea fantástica.
Esto es San Francisco, para que nos vayamos ubicando.


Y este fue el primer hotel, muy evocador de asesinatos en moteles de carretera.

Una vez en el LAX, más avioncito y vuelo hasta San Francisco, la ciudad del Golden Gate...y pocas cosas más. Algunas sí, eh? la ciudad es muy bonita y hay partes que merece mucho la pena ver, pero no la cambiaría por Chicago. Pese a todo, las vistas desde la bahía son impresionantes y uno se siente en un anuncio bonito de Mapfre. Además del puente merece la pena echar un vistazo a la ópera, aunque sólo sea para acordarse de la de Sídney y refrescar el objetivo en la vida de mudarse allí, el ayuntamiento y las Painted Ladies, que son las típicas casitas que uno tiene en la cabeza al pensar en San Franciso, al menos porque son las de varias series de televisión como Padres Forzosos.
Impresionante el Golden Gate. Después de verlo desde quince ángulos y miradores pierde algo de gracia, pero sigue siendo bonito.

Ayuntamiento de San Francisco.
Es que comparar esta ópera con la de Sídney...
Painted Ladies. Como estas, todo el barrio.

Muy bonita la casa pero tampoco es que la serie haya marcado mi vida por lo que no es para pegar botes. Sí que es para dar un brinquito o dos cuando, entre los muchísimos parques de la ciudad, descubres que en uno de ellos, The Presidio, está la sede de LucasFilm, con su fuente de Yoda y todo. Los de recepción ya ni se inmutan cuando un turista friki pasa por la puerta y entra en modo japonés con la cámara de fotos. Muy cerca de allí está el Palace of Fine Arts, muy bonito y muy Naboo. Se nota que George estaba mirando por la ventana el día que se inventó ese planeta. Entre los demás parques merece la pena pasarse por el Golden Gate Park, que es enorme y tiene desde museos y jardin botánico hasta un jardín japonés, que no entiendo a qué viene y por el que pasé de pagar. Mucho más barato esperar fuera y ver en el móvil las fotos del viaje a Japón.
¡LucasFilm!
Tampoco se mataron al diseñar la fuente, francamente.
¿Es Naboo o qué? La Reina Amidala se ha pateado esto mil veces.

Dimos una vuelta por más zonas como Castro, el barrio gay donde los sitios no tienen baños para chicas, o Chinatown, que no está mal pero, al igual que en otras ciudades, se queda en poca cosa después de haber visto Pekín o Shanghai. De cualquier manera, lo que hay en absolutamente todos los barrios son unas cuestas descomunales capaces de levantar el más fofo de los culos. Eso para quien tenga el valor de patearse la ciudad, claro, porque siempre está la alternativa, vaga pero camuflable como turística, de los tranvías, que también son muy típicos de la ciudad hasta el punto de que han reutilizado tranvías de otras ciudades estadounidenses que los han quitado del mapa y ahora cada tranvía indica de dónde procede. Desde el tranvía se ve estupendamente Lombard Street sin necesidad de recorrer todas las curvas que hace esta calle que hay que ver cuando se está en San Francisco.
Lombard Street,
y cuestas como esta,
van mucho mejor con un tranvía a mano.
El número de cuestas sólo es comparable al de mendigos. Sí, mendigos. No dábamos crédito de la cantidad de indigentes que hay en esta ciudad ni de la cantidad de bártulos, aparentemente inútiles, que llevaban en sus carritos. Claro que yo con el síndrome de Diógenes que me brota en cuanto tengo casa nueva, puedo batir sus marcas para el día que me vaya de Chicago. Otro tema de la gente de San Francisco es que al final uno no sabe qué pensar cuando también ve una cantidad anormalmente alta de gente en silla de ruedas…y la inmensa mayoría de ellos impulsa la silla con los pies!!
No voy a poner fotos de los mendigos así que pongo una de los bares y restaurantes, que son muy muy muy americanos.
Ente los demás puntos que visitar en San Francisco se encuentra el Pier 39, que no es sino una turistada de las gordas. Está muy bien que siendo un punto turístico de Estados Unidos todo lo que se vea alrededor sean tiendas irlandesas, suizas…aunque la cultura estadounidense a veces es un poco eso, cojo lo que más me gusta y hago ver como que es mío. Así que visto así, sí, es muy representativo del país.
Lo mejor del Pier 39, esto,
Desde un muelle cercano salimos hacia la isla de Alcatraz, donde se puede hacer un recorrido muy chulo aunque para mí, falta ver más de la isla porque sólo se ven las celdas y no dónde vivían los oficiales y el personal de la prisión. Me sorprendió que sólo hubiese un edificio de celdas aunque, como aquí sólo venía lo mejor de cada casa, imagino que había que currárselo bien para ser criminal de élite. Mucho más aún tuvieron que currárselo en la fuga de Alcatraz, que en lugar de contártela como un papagallo hacen que la revivas con una audioguía pululando por la prisión. Muy chulo. Minipunto para Alcatraz aunque estos nunca han odio aquello de lo bueno si breve, dos veces bueno.
Isla de Alcatraz

Prisión de Alcatraz
Aquí encerraban a todas aquellas joyas.

Estando por esa parte de California, hay mucho más que ver aparte de San Francisco, así que cogimos la carretera y pasamos por bastantes sitios.

El primero es Manteca, que sólo por haber estado en un sitio con este nombre se merece una paradita. Ni que decir hay que mereció aún más después de tomar un brunch en el típico sitio de carretera americano donde los camareros pasan con la cafetera en la mano para ir rellenando tazas. Entre esto y haber hecho botellón en los vasos rojos, ya me siento muy integrado. La visita se coronó como un éxito al ver el gusto y la clase que caracteriza la moda de Manteca y sus... mantecados?? cómo se le llama a esta gente?.
Manteca High School. Anda que no luce eso en un curriculum.
Paris, Milán, Londres o Nueva York expectantes ante el golpe de efecto que dará la semana de la moda de Manteca.

Siguiente parada: Mariposa. Está visto que aquí abrieron el diccionario español y se liaron a bautizar pueblos como si no hubiera un mañana. Aquí, la típica muchacha de información, octogenaria en este caso, se nos puso tétrica y agorera porque, según ella, no llegaríamos al siguiente pueblo, Sonora, antes de las 20:00, una hora en la que todo está oscuro y no conviene estar perdido en la carretera. Muy Stephen King todo, pero pese a los augurios de la amiga, llegamos a Sonora, dormimos ahí y al día siguiente fuimos al Parque Nacional de Yosemite a ver las secuoyas gigantes. No sé si es por la marca espantosa que dejó la asignatura de botánica en mí, pero donde estén las playas de Palawan o el volcan Pinatubo en Filipinas, que se quite esto. El monte, para las cabras y los ermitaños.
En realidad hay que reconocer que es bonito.
Pero vamos, que vista una secuoya, vistas todas.

Vistos los arbolitos, rumbo a Napa, que es la región del vino de California y que, tendrá muchos viñedos pero el pueblo en sí es una atracción turística de principio a fin. Casas que parecen de cartón, puentecitos como el de Disneyland hacia el castillo, calles que parecen decorados...muy bonito, no lo niego, pero totalmente artificial. Es más, dudo que haya habitantes reales en este pueblo. La gente de Napa no existe. Son de mentira. Figurantes todos.
En cualquier momento esperaba ver la carroza de Mickey en la cabalgata de cierre del parque.
El vino no lo probamos porque yo soy un sencillo y me va más de Cumbre de Gredos, y con Coca-Cola era caro, así que seguimos a Sonoma, un pueblecito monísimo, con todo lo básico concentrado en una placita de la que salen muchas calles donde prácticamente sólo hay casitas.
Toda la plaza de Sonoma, así de bonita y de cuidada.
Última parada de esta zona: Sacramento, la capital del estado. Bueno, está bien, pero pudimos hacer poco porque era domingo y, en muchos sitios de este país, si vas después de las 13:00 un domingo estás en la mierda. Es como ir a un organísmo público a la hora del almuerzo, o del café, o de hacer la compra, o de fumar, o de recoger a los niños.

Al menos nos dignamos a tener el momento culto de ir al Capitolio, que está curioso, con su escultura de Isabel la Católica y sus salas desde las que mandaba Swarzeneger. Aunque no dejó mucha huella la criatura cuando absolutamente todos los gobernadores de la historia del estado están representados por un retrato menos él. Dando una vuelta por la ciudad pudimos ver también una misa local, en español y con teatrillo incluido, o un evento de apoyo a los enfermos de daño celebrar con una marcha que ya quisieran muchos locales.
El Capitolio de Sacramento. Momento culto del viaje cumplido.
Lo mismo da la sala verde...
que la rosa, aquí de Swarzeneger no hay rastro.
Visto todo esto, de nuevo al coche y dispuestos a empezar la Ruta 1 bordeando la costa de California, que aún queda mucho que ver!